sábado, 19 de agosto de 2017

El arado de oro

El arado de oro

 El arado de oro
Mientras se encontraba en Bulgaria en los años 30 para construir un salto de
agua? (log flume) el rey Boris le pidió a Viktor que también investigara la razón
por la que la productividad y la humedad del suelo, especialmente en la zona
norte del país, había comenzado a declinar desde la introducción de los modernos métodos de mecanización agrícola. Al recorrer el país para examinar el problema con más detalle, encontró que en el norte se araban los campos con
arados de acero, mientras que en el sur más pobre, habitado por pobladas
comunidades de origen turco, los campo todavía eran roturados con arados de
madera tirados principalmente por equipos de mujeres. Aquí, sin embargo, en
tremendo contraste con el norte, los campos continuaban siendo
extremadamente fértiles y producían cosechas abundantes y sanas. Partiendo de su estudio del agua como transportador de nutrientes y consciente del efecto
generalmente dañino que sobre el agua ejercen el acero o el hierro, Viktor
atribuyó a la utilización de los arados de acero más rápidos la disminución de la
fertilidad del suelo en el norte.

Utilizando esto como punto de partida, Viktor puso en marcha su investigación
agrícola en la postguerra, en colaboración con el ingeniero Franz Rosenberger, y
comenzó una serie de experimentos diseñados para incrementar la fertilidad del
suelo. Pero antes de ir más lejos, al igual que con la temperatura, aquí tenemos
que diferenciar entre dos tipos de electromagnetismo.
Tipo A. Comprende bio-magnetismo y bioelectricidad, el primero conocido más comúnmente como diamagnetismo Es la forma del electromagnetismo que proporciona energía y vivifica a todos los organismos vivos. Son elementos diamagnéticos el cobre, el bismuto y el hidrógeno.
Tipo B. Comprende el ferromagnetismo, generalmente conocido como magnetismo, y electricidad, a los que nos referiremos como ferro electricidad dándole a ambos términos una raíz común. Este tipo de electromagnetismo es el utilizado normalmente en el mundo técnico en motores eléctricos y dínamos para la generación de electricidad. Los elementos ferromagnéticos son el hierro, el cobalto y el níquel.
Desde el punto de vista de Victor el uso de arados de acero tienen muchos efectos perjudiciales sobre el suelo. Cuando las rejas del arado se arrastran rápidamente por el suelo se generan diminutas corrientes ferro-eléctricas y ferromagnéticas en la interacción del duro acero contra el suelo lo que descompone las moléculas del agua cargadas de nutrientes en el suelo de una manera similar a la electrólisis, y así se descarga el potencial del suelo y se reduce la tensión de la superficie de la molécula del agua. Esto no solamente destruye las energías más sutiles del suelo sino que transforma los elementos nutritivos o los elimina de la molécula del agua madura. Esto se demostró durante el estudio sobre los hechos reales de la electrólisis en el capítulo 8, en donde el producto final del proceso es agua nueva, lo que, como hemos visto, es de escaso beneficio para cualquier organismo.
Además, de la superficie de las rejas del arado se desprende pequeñas partículas de acero cubriendo el suelo de una película de oxidación. Como vimos en el capítulo de abastecimiento de agua con tuberías de acero, éste proporciona un excelente caldo de cultivo para la propagación de bacterias patógenas, dañinas tanto para el suelo como para las cosechas. Este depósito extra de hierro también incrementa el contenido total de hierro en el suelo y es un hecho conocido que los suelos con alto contenido en hierro son menos retenedores de agua que los suelos en los que el hierro no está presente, mientras que los suelos con alto contenido en cobre tienen la capacidad de retener mayores cantidades de agua.
Por otro lado, los arados al moverse producen sobre el suelo un considerable
calentamiento por fricción así como ondulaciones por presión de la tierra, debido al ángulo relativamente pronunciado de la reja. Esto destruye los delicados capilares del suelo que son los responsables de la distribución de nutrientes y agua a la superficie así como de algunos de los microorganismos que los transforman, con lo que se corta el normal abastecimiento que proviene del subsuelo y como consecuencia la fertilidad del mismo disminuye. La aplicación de fertilizantes naturales y artificiales, así como otros factores que soslayaremos por el momento, la acción de los arados de hierro y acero es por lo tanto tremendamente destructiva del equilibrio natural de energía y fuerzas, sin olvidarla humedad del suelo y que también es otra importante aberración de la forma en que la humanidad trata a la Naturaleza. Porque como se lamenta Viktor: Dondequiera que miremos, la tremenda desintegración de los puentes de la vida, los capilares y cuerpos creados, es evidente cuales han sido producidos por el trabajo mecánico e inconsciente del Hombre que ha arrancado el alma de la sangre de la tierra - el agua.
A fin de cuantificar este efecto pernicioso, que estaba teniendo desastrosas consecuencias en la producción de alimentos de alta calidad así como en la productividad en general, Viktor comenzó a experimentar con cobre, utilizando inicialmente un arado estándar recubierto de una capa de grueso cobre y que fueron posteriormente patentadas y conocido como los "arados de oro" debido a los importantes resultados conseguidos.
La utilización de cobre sustituyó los destructivos efectos ferromagnéticos por los beneficiosos bio-electromagnéticos, que mediante procesos de ionización bio-electromagnética incrementaron el crecimiento y la fertilidad del suelo.
Este incremento de la fertilidad del suelo se confirmó definitivamente en pruebas de campo realizadas en las proximidades de Salzburgo en 1948 y 1949. Se roturaron los campos en surcos trabajados alternativamente con arados recubiertos de cobre y de acero. La diferencia entre los dos tipos de arado así como sus efectos quedaron sobradamente demostrados. En los lugares en los que se había utilizado el arado con cobre, es decir, donde no existían restos de óxido (¿roya?) y donde el contenido en agua y otras energías del suelo se habían incrementado, se consiguieron cereales de 6-8 pulgadas mayores y con espigas más llenas. Algunas cosechas en las bandas aradas con aperos recubiertos de cobre aumentaron hasta un 40% en comparación con las zonas controladas donde se utilizaron los arados convencionales de acero. Este incremento tan importante solo puede ser atribuido a la utilización del cobre en vez del acero ya que los demás factores de composición química del suelo, orientación, anchura del surco, etc. eran idénticos. ojos", las partes de la patata que se pueden cortar y plantar por separado y de los que posteriormente saldrá la nueva cosecha.
Con estas patatas se podría conseguir más alimento, no solamente debido a su gran tamaño sino porque al tener más ojos se precisarían menos patatas para replantar.
Se llevó a cabo una investigación posterior que en 1948 culminó con la
construcción del "bio-arado", fue realizado por Jurgen Sanch, un ingeniero de Hamburgo. Para reducir al mínimo el daño a los capilares del suelo, en vez de la forma de onda de presión y corte de tijera de los arados convencionales se diseñó una hoja que realice un corte longitudinal antes de que la tierra se envuelva por la acción centrípeta de las propias alas curvadas en forma de cisne; imitando la acción socavadora del topo.
Además en vez de suponer una barrera escarpada e inclinada para el suelo, este arado sólo presentaba bordes cortantes, permitiendo que el suelo se deslice entre las hojas curvadas y rote suavemente a derecha e izquierda o viceversa, según el caso. La reja del arado está fabricada con bronce fosforoso que es casi tan duro como el acero y por lo tanto casi igual de duradero. De cualquier forma, el tremendo incremento de la productividad que proporciona su utilización sobrepasaría con mucho los costes que su sustitución podría suponer. Como resultado de estos experimentos quedó claramente demostrado que el suelo no debería, bajo ninguna circunstancia, ser trabajado con hierro o acero desnudo, sino con aperos de madera, cobre o aleaciones de cobre.
A pesar de los beneficios obvios y probados que supondrían para el país la utilización de este arado, nunca llegó a comercializarse porque debido al éxito de las pruebas de campo de Salsburgo, Viktor Schauberger tuvo que hacery al no haber tenido éxito en conseguir más abastecimiento por medio de los cauces normales Viktor se dirigió al Ministerio de Agricultura donde el Ministro le respondió que se le proporcionarían más planchas de cobre si compensaba económicamente al Ministro por las pérdidas que le acarrearía el apoyar a Viktor, dado que por entonces el Ministro recibía importantes sobornos por parte de varios fabricantes de fertilizantes artificiales para promocionar el uso de sus productos. Fiel a sus honestos principios Viktor rehusó categóricamente diciendo que no comerciaba con delincuentes. Como consecuencia se le negó cualquier tipo de cobre, especialmente en láminas. El resultado fue que este área de investigación y desarrollo, potencialmente tan beneficioso para la agricultura de todos los lugares tuvo un final repentino. Antes de continuar es necesario examinar otra forma de arado. En un artículo de Kurt Lorek en "Implosion" 3 trata del arado que se diseñó, construyó y experimentó en las proximidades de Munich aproximadamente al mismo tiempo que las pruebas de Viktor en Salsburgo.
No se sabe, no obstante, si Viktor Schauberger colaboró con su diseñador pero puesto que utiliza una aleación de cobre similar en su fabricación parece factible que así haya sido. Dado que Munich está a unos 100 Kms de Salsburgo. De acuerdo con Kurt Lorek, este arado conseguía incrementos de la productividad igualmente asombrosos. La rotación de sus 4 ó 5 cuchillas espirales de cobre o de aleación de cobre está directamente engranada en el movimiento hacia adelante del tractor, por esa razón se desliza en vez de desgarrar el césped al tiempo que proporciona un ligero ímpetu al movimiento hacia adelante. Como puede verse en el diagrama, la tierra también se rocía con agua o abono líquido. Esto era para humedecer el suelo durante las operaciones de arada a fin de compensar las pérdidas ocasionales de evaporación producidas por el arado convencional, al tiempo que se proporcionaba una fertilización adicional. Desde entonces se ha perdido todo rastro de este arado pero, a la vista de su aparente eficacia, su diseño merece ciertamente ser recuperado.
Arado solar
Siempre prestando atención a lo aparentemente insignificante, en su investigación sobre la disminución de la fertilidad del suelo de Bulgaria, Viktor Schauberger comprobó también que, mientras los campos del norte se gradaban los de las comunidades turcas no lo eran. Bien porque la gente era demasiado pobre para poder permitírselo o las mujeres demasiado débiles para arrastrar una grada sobre el árido cultivo. Lo que comprobó en particular, no obstante, fue que una vez finalizadas las labores de arada los surcos que quedaban no eran derechos ni iguales pero, debido a un único diente de madera, que era todo lo que las mujeres podían arrastrar con su fuerza sobre la tierra, los surcos no sólo eran irregulares y quebrados sino formados por grandes terrones que se desparramaban en diferentes direcciones. Todo era bastante desastroso sin embargo el resultado de este desorden eran las cosechas más maravillosas y sanas. Aparte de la utilización de la madera en vez del acero existía otro factor que contribuía a la evidente fertilidad. La irregularidad de los surcos y los terrones de tamaño desproporcionado permitían una distribución uniforme del sol cuando éste atravesaba el cielo. Por lo tanto poco terreno quedaba expuesto constantemente al efecto de calentamiento y sequedad del sol directo, dado que los terrones y los surcos retorcidos proporcionaban diferentes tipos cambiantes de sombra. En consecuencia se secaba menos cantidad de suelo y los brotes crecían en la humedad adicional y estaban protegidos del sobrecalentamiento durante gran parte del día.
Sin embargo, con la gradación los terrones se reducen a partículas relativamente pequeñas que comprensiblemente no solamente se secan con más rapidez sino que se reduce la humedad de la tierra a más profundidad. Todo ello hace que la germinación de la semilla sea mucho más difícil al tiempo que facilita la erosión dado que las partículas más pequeñas pueden ser arrastradas con más facilidad. La solución a este problema no se encuentra solamente en el método de arada sino en la orientación total de los surcos.
En vez de arar en línea recta en cualquier dirección los surcos deben de ser
sinuosos, curvados primero en una dirección y después en otra, y orientados
siempre que sea posible en dirección Norte-Sur. De manera similar, los retoños de la nueva cosecha reciben una exposición a la luz directa más uniforme, cada parte de la planta disfrutando tanto de la luz como de la sombra conforme avanza el día. Como resultado, la humedad del suelo se incrementa y el flujo de la savia se altera lo mínimo posible.

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