El pH es un
parámetro que permite conocer que tan ácida o alcalina es la solución
del suelo, dicho que la solución del suelo es donde las raíces de las
plantas toman los nutrimentos necesarios para su crecimiento y
desarrollo. La escala de medición del pH está entre los valores de 0.0 a
14.0. El pH también es un indicador de múltiples propiedades químicas,
físicas y biológicas del suelo que influyen fuertemente sobre la
disponibilidad de los nutrimentos esenciales para las plantas. El pH
dentro de un rango específico permite que la mayoría de los nutrientes
mantengan su máxima disponibilidad. Por debajo de dicho rango se pueden
presentar problemas de deficiencias de nitrógeno, fósforo, potasio,
calcio, azufre o magnesio; mientras que por encima de este mismo rango
la disponibilidad de micronutrimentos (hierro, manganeso, cobre o zinc)
se reduce (Figura 1). La adaptabilidad de cada especie a un rango
determinado de pH, hacen que este sea el principal criterio con respecto
a la dinámica de los nutrimentos que serán absorbidos por sus raíces y
que influyen en su productividad.
Disponibilidad
de nutrientes
El pH, como se mencionó anteriormente, es un indicador de la
disponibilidad de los nutrimentos en la solución del suelo. La presencia
de iones de aluminio (Al3+, Al(OH2+)), hidrogeno (H+) e hidroxilo
(OH-) son determinantes en la solubilidad de los nutrimentos en el suelo
como son fosfatos, sulfatos, molibdatos, hierro, manganeso, cobre o
zinc. Sin embargo, también pueden ser indicadores de la escasez de las
formas disponibles de calcio, magnesio, potasio o sodio en el mismo
suelo. Cuando el pH tiene un valor mayor a 6.5 la abundancia de iones
OH- produce la precipitación de compuestos insolubles de hierro,
manganeso, cobre y zinc, que no son asimilados por las raíces de las
plantas. En suelos con pH por debajo de 6.5 la presencia de iones de
aluminio afecta la solubilidad y disponibilidad de fosfato, sulfato y
molibdato. De igual forma, con pH ácido en el suelo se restringe la
nitrificación y la descomposición de la materia orgánica. La solubilidad
del fosfato también se ve afectada por un pH mayor a 6.5 debido
especialmente a la concentración elevada de calcio, con el cual
se forman compuestos
.
.
insolubles como
fosfato de calcio. Los suelos de regiones con fuertes precipitaciones,
tienden a tener valores de pH muy bajos (<5.0) y con bajos niveles de
disponibilidad de calcio, magnesio y potasio. Por otra parte, el boro
es soluble bajo condiciones ácidas en el suelo, pero ante condiciones de
pH mayor a 6.5 su solubilidad se ve comprometida y limitada. Todo lo
contrario sucede con el molibdato (MoO4=), el cual es poco disponible en
suelos con pH por debajo de 5.5, y conforme incrementa este valor, va
aumentando su disponibilidad. Con un pH menor a 5.0, hierro, manganeso,
zinc y cobre son altamente solubles y forman compuestos con los fosfatos
del suelo, volviéndolos poco disponibles para las plantas.
Existen cuatro intervalos de pH que permiten tener una idea clara sobre
lo que ocurre en el suelo: 1) pH menor a 4.0 indica la presencia de
ácidos libres como producto de la oxidación de sulfuros, 2) valores por
debajo de 5.5 sugiere la presencia de aluminio intercambiable y/o exceso
de manganeso, 3) pH entre 7.3 a 8.4 señala la posibilidad de tener
carbonato de calcio (CaCO3), y 4) pH mayor a 8.2 la posible presencia de
concentraciones elevadas de sodio intercambiable. El rango de pH del
suelo que de forma general se considera el más adecuado por la razonable
disponibilidad que muestran los nutrimentos esenciales para las plantas
es aquél que va de 6.0 a 6.5. Sin embargo, otros autores incluso
manejan un rango más amplio que va de 5.5 a 7.0. El caso de suelos
andosoles es muy particular, ya que a pesar de tener el pH dentro del
rango, considerado adecuado, se presentan problemas con altos niveles de
aluminio y baja disponibilidad de fósforo. El incremento o decremento
del valor de pH en el suelo depende de distintos factores como son: 1)
alcalinidad del agua de riego, 2) enmiendas orgánicas (composta, abonos,
etc.) o minerales (yeso, cal agrícola o azufre), 3) acidificación por
las raíces, 4) uso de fertilizantes de reacción ácida o alcalina, y 5)
precipitación.
Manejo del pH
en el suelo
Suelos cercanos a la neutralidad.
Es conveniente que el pH del suelo no
sea menor 6.0. Sin embargo, suelos con pH menor a 6.0 pero sin llegar a
5.5 aún se consideran de moderada a ligeramente ácidos y no se considera
necesario el encalado. Por otra parte, pH entre 6.5 a 7.5 no presentan
problemas generales de manejo, excepto por aquellos que tienen
cantidades apreciables de bicarbonato de sodio en la solución del suelo,
en cuyo caso pueden presentarse problemas de disponibilidad de hierro. A
medida que incrementa el pH, la disponibilidad de zinc, hierro, cobre, y
manganeso se reduce.
Suelos ácidos.
A
pesar de que algunos cultivos pueden ver afectado su rendimiento a
medida que el pH se reduce por debajo de 6.0, los mayores problemas
ocurren cuando el pH desciende por abajo de 5.5 debido a problemas por
niveles elevados de aluminio, hierro y manganeso, que resultan tóxicos
para las plantas. El grado de tolerancia a altas concentraciones de
estos elementos depende de cada cultivo. Otro problema que se presenta
en suelos ácidos es la baja disponibilidad de iones fosfato (H2PO4- y
HPO4=), los cuales representan la forma en que la planta absorbe al
fósforo. Los iones fosfatos, antes mencionados, forman compuestos
insolubles con hierro y aluminio, reduciendo su presencia en la solución
del suelo y provocando deficiencias de fósforo dentro de la planta. El
pH ácido en los suelos, también suele traer problemas con calcio,
magnesio, potasio y molibdeno. Asimismo, algunos microorganismos
relacionados con los ciclos naturales del nitrógeno y azufre se ven
afectados y ocasionan deficiencias en su suministro. Esto último es
importante en el caso de leguminosas, donde su productividad se ve
seriamente comprometida en suelos con pH ácido. En condiciones de acidez
del suelo la mejor elección de manejo es el encalado que permite
reducir el nivel de aluminio intercambiable y el aumento en la
disponibilidad de los elementos afectados por un pH ácido. Existen
distintos materiales para el encalado de suelos ácidos; sin embargo,
entre menor es el diámetro de las partículas, la reacción química con el
suelo será más rápida. Puede leer más sobre el tema en: “Manejo y
Corrección de la Acidez de los Suelos”
Suelos
andosoles.
De origen volcánico, son suelos con una baja densidad y alta
retención de humedad. Independientemente de su pH, estos suelos tienen
una elevada fijación de fosforo, además de altos niveles de aluminio.
Algunas de las soluciones que se han implementado con
éxito es la
adición de materia orgánica (inactiva al aluminio) y elevadas
concentraciones de fósforo que sature la capacidad de fijación del
mismo. El encalado ha tenido resultados inconsistentes en este tipo de
suelos, por lo que cuando se considere su aplicación es necesario
realizar pruebas en pequeños lotes para observar su efecto sobre el
cultivo y fertilidad del suelo.
Son aquellos que tienen un pH por encima de 8.2 y que deben
su alcalinidad a la presencia de bicarbonato o carbonato de sodio y/o
carbonato de magnesio. Son considerados suelos sódicos cuando presentan
un porciento de sodio intercambiable (PSI) superior a 15; sin embargo,
los suelos que tienen valores superiores a 5 empiezan a presentar
problemas de tipo físico, particularmente en suelos de textura fina. La
estrategia de manejo para este tipo de suelos es la aplicación de calcio
aplicando yeso agrícola.
Suelos
calcáreos.
Son suelos que presentan pH que puede ir de 7.3 a 8.4 sin
llegar a ser sódicos. El pH de este tipo de suelos no puede ser
modificado fácilmente y es esta razón por la cual no es económicamente
viable neutralizar estos suelos con la aplicación de ácidos, sino
manejarlos adecuadamente para que no se presenten problemas de
disponibilidad nutrimental. Los nutrimentos que se ven limitados en
estos suelos son el hierro, zinc, manganeso y en ocasiones el fósforo.
La aplicación localizada de nutrimentos, como el fósforo o el zinc, en
el suelo suele ser más efectiva y evita que sean fijados por los
carbonatos.
Conocer el
valor del pH permite hacer una valoración, y hasta cierto punto una
predicción, de la disponibilidad de nutrimentos en el suelo, al menos de
forma cualitativa. Asimismo, se puede hacer una proyección de los
requerimientos para el manejo de los suelos para evitar problemas por
toxicidades o deficiencias, según sea el caso. Si deseas conocer más
estrategias para el manejo del pH en suelos puedes aprender más en el
Curso Taller para la Formulación de Programas de Fertilización de
Cultivos, en donde podrás resolver tus dudas directamente.
Extraído de https://www.intagri.com/articulos/nutricion-vegetal/disponibilidad-de-nutrimentos-y-el-ph-del-suelo - Esta información es propiedad intelectual de INTAGRI S.C., Intagri se reserva el derecho de su publicación y reproducción total o parcial.
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